lunes, 13 de junio de 2011

La vida de un agricultor del Alto Valle

Entrevista a Carmen Fernández

Carmen Fernández nació el 8 de Diciembre de 1933 en Fernández Oro, Rio Negro, tuvo 3 hijos y se dedicó la mayor parte de su vida a trabajar la tierra a lo largo del Alto Valle de Rio Negro. Una mujer apasionada por la agricultura nos cuenta en una entrevista como era su vida en la chacra y que hacía para vivir.

Para comenzar, ¿Cómo llegaste a Roca?
Cuando me casé, me fui a Huergo, de Huergo me fui a Cipoletti y después compre una propiedad en Roca y ahí hice mi finca.

¿A qué edad empezaste a trabajar la tierra? ¿Te gustaba la labor? ¿Cuántos años has trabajado en las chacras?
A los 12 años, junto con mi padre y madre en su chacra y a los 13 años en un secadero que disecaba la fruta para embalar y exportar y después trabaje en galpones de empaque.
Sí, me gustaba mucho el trabajo, me gusta, y con la ayuda de mis padres se hacía más bello.
Y… he trabajado toda una vida, 63 sacando las cuentas porque hace 2 años que no trabajo.

¿Es difícil el negocio de la fruta? ¿Demanda una gran inversión?
Si es dificultoso, porque hay que trabajar mucho y la rentabilidad es muy poca. Antes la inversión era mayor, pero igual sigue costando mucho producir una planta y que de buena fruta para vender. De todos modos, la mayoría son perdidas.

¿Qué consejos le darías a los pequeños productores que recién comienzan en el negocio?
Poner frutales de a poco y cuidarlos bien de las heladas, para tener buena fruta y así tener una buena reventa y si uno quiere, hacer un emprendimiento.

¿Cuáles son los pasos para obtener una buena planta?
En primer lugar, después de que la planta de brotes, hay que ayudarla mucho con fertilizantes (naturales o no) y riego. Después de 1 año, el frutal empieza a dar flor y entre los próximos 2 o 5, las flores cuajan, en ese momento hay que cuidarse de las heladas que secan la planta y luego fecundar cada flor para que después se convierta en fruto y sacar una buena cosecha. Cuanto mejor cosecha sacas, lo que exportas tiene más valor, no así si obtenés un mal producto. El problema más grande es el clima.

¿Qué tipos de frutas o verduras has sembrado en la chacra?
Cuando recién empecé en la tercera finca, era todo “tierra en blanco” y se puso mucha verdura, tomates, choclos, acelga, zapallo, y con eso empezamos hasta que plantamos los frutales, fueron grandes y comenzaron a producir. Lo primero que se puso fue Durazno y se vendió en la fábrica, después se puso Pera y Manzana, pero como la tierra recién la empezábamos a producir, se tardo aproximadamente 10 años hasta sacar la primera buena cosecha.

¿Has tenido animales?
Sí, de todo. Esa era la manera de vivir; la mitad de la comida la tiene que producir uno, no solamente animales, también frutas y verduras. He tenido ovejas, chanchos, vacas, gallinas, pavos y patos. Como me gusta no me era difícil cuidarlos, pero hay que hacerlo, como cuando uno tiene un hijo. Esta es la manera de vivir para que uno tenga algo.

¿Tenés algún recuerdo del trabajo en la chacra?
Cuando empecé a trabajar la tierra, plantaba con mucho cariño, porque yo sabía que con esa planta me iba a ir bien. Pero ahora, en este momento, hay que buscar otra cosa porque la fruticultura se quedó atrás.

¿Alguna vez pensaste en hacer otra cosa además de la fruticultura?
Bueno, aparte de trabajar la tierra, tejía y cosía ropa para tener plata y usarla en la chacra.

¿Era dificultoso transportarse desde la chacra hasta la ciudad?
Sí, porque no teníamos la movilidad que tenemos ahora, antes todas las calles eran de tierra y ahora muchas están asfaltadas.

¿Tenias tiempo libre en la chacra?
Tiempo libre no había nada porque en el día trabajabas la tierra y en la noche llegabas y tenias que planchar, cocinar o cocer, porque yo crié 3 hijos y todo lo que pude hacer yo, lo hacía, aparte de cosas para vender afuera.

¿Qué ha cambiado con el tiempo en las chacras?
Ahora la zona de chacras es muy buena para vivir porque tenemos todas las comodidades. Antes nos alumbrábamos con faroles de kerosene, nos calentábamos con estufas a leña y eso ya casi ni existe. Ahora hay alumbrado público, lámparas y gas.

Realizado por José Antonio Della Cha

NO ES CUESTIÓN DE REVOLUCIÓN

La revolución de Mayo en 1810, que llevará a la independencia en 1816, se puede comparar con aquel ladrón que pone todo su intelecto en herramientas, técnicas y esfuerzos para “robar un banco”, pero que jamás piensa en el escape, el cual lo agarra de sorpresa.

Por estas palabras, tengo que aclarar rotundamente que la revolución de Mayo fue algo maravilloso, por todos los hombres que participaron y en sus resultados. Fue algo sumamente patriótico y hermoso, admirable. Pero como dije en el primer párrafo, fue solo un ladrón que pensó solo en el robo y no en el escape.

Al principio, toda la culpa, el “no pensar en el escape” fue del momento histórico. Ese “ahora o nunca”. Obviamente, históricamente, era el momento para la revolución. Pero la culpa del hombre, del argentino, llega cuando ya la historia la comenzamos a hacer nosotros mismos. Y ese momento, fue el escape.

Todo, después de 1810, fue, en general, muy justificado, en donde se supo ser Argentina: Un país independiente. Hasta ahí, “robamos el banco”. En consecuencia, dos comisarías nos comenzaron a perseguir. Una, España, que al poco tiempo reconoció nuestra independencia. También se debe destacar otro perseguidor, Inglaterra, que como bien decía Mariano Moreno: “Si cada hombre no reconoce lo que le se debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía.” Sin embargo, la otra comisaria, que no solo no nos la sacamos de encima en tan poco tiempo como la de España, sino que directamente no nos libramos de esa persecución, la cual nos impide aprovechar y disfrutar de este país hermoso y rico. Esa policía, somos nosotros mismos, nuestras diferencias, como que tardamos 37 años en crear algo tan fundamental para un país como lo es la constitución, por diferencias que perduran hoy, siempre, con la única diferencia que alternan los rivales, a pesar de que no es la misma forma de resolver los conflictos como antes que como se resuelven ahora, en democracia. Por eso, nuestro peor enemigo, somos nosotros.

Por Santiago Carlos Perramón