Sabida la noticia que en España no había más gobierno, que el consejo de regencia se había disuelto y que las tropas napoleónicas todo el territorio de la península, los grupos revolucionarios, en Buenos Aires, consideraron que era el momento para destituir al virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros. Según palabras de Cornelio Saavedra, ahora si las brevas están maduras.
El 22 de mayo, luego de exigencias y presiones de criollos, se celebra el cabildo abierto. Fue un día largo en el cual se ponía en duda la legitimidad del gobierno y la autoridad del virrey. Militares, marinos, clérigos, abogados, escribanos, médicos, miembros de la audiencia, del Consulado, comerciantes y vecinos discutieron sobre la caída del rey español, el derecho de formar un nuevo gobierno, y sobre todo, un poder que volvía al pueblo. Dos posiciones se hicieron sentir: los realistas, defendiendo fuertemente el poder del Cisneros, evitando desesperadamente cualquier cambio, y los revolucionarios, planteando la formación de una junta gobierno, encabezados por Castelli, Martín Rodríguez, Belgrano y Saavedra.
Afuera en la plaza de la victoria el Regimiento de Patricios al mando de French y Berutti estaban preparados para usar las armas ante cualquier acontecimiento o conflicto en contra de los intereses revolucionarios. Según el historiador Felipe Piña las cintas se repartieron para individualizar a los que estaban a favor de la destitución del virrey.
A medianoche, se realiza la votación, triunfando los revolucionarios por ciento cincuenta y cinco votos contra sesenta y nueve.
“Hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente”.
Realizado por Santiago Perramón.
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