Un grupo de alumnos y profesores emprendimos, el pasado 22 de marzo, el viaje tan esperado al balneario Las Grutas, en el cual, desarrollamos actividades de aprendizaje y servicio en relación a la flora y fauna junto a la fundación Vuelo Latitud 40º.
Pasó un mes ya desde que me sumé, al igual que otros chicos, al grupo Eco huellas para emprender ese intrigante y a la vez emocionante proyecto, acompañados por Gustavo García y Carolina Romeu. El proyecto, en general, consistió en monitorear disturbios y a la vez, aprender sobre la vida silvestre de las costas del Área protegida de la bahía de San Antonio, especialmente las aves y en particular, la especie Calidris Canutus Ruffa o Playero Rojizo.
Los siete días que nos quedamos en la localidad de Las Grutas nos hospedamos en un bungalow a la altura de la cuarta bajada. En el primer día, conocimos a dos personas que nos acompañaron siempre y de las que estamos muy agradecidos: Lilia E. Assef, coordinadora de la campaña de educación ambiental y Doril Delgado, especialista en flora e integrante de la fundación. Ellos programaron casi todas las actividades y al mismo tiempo, nos guiaban y nos acompañaban en las mismas con un espíritu muy solidario y amable.
La principal actividad fue monitorear disturbios en la costa de la fundación Vuelo Latitud 40º que quedaba aproximadamente a 4 Km. de distancia. Los resultados del monitoreo los anotábamos en planillas que luego fueron entregadas a la fundación. Estos utilizan los datos que se obtienen para saber la situación existente en el área en el sentido de cómo afectan a la vida silvestre. A las actividades las desarrollábamos en dos grupos separados debido al número que éramos para trabajar todos juntos. En el monitoreo, por otra parte, fuimos acompañados por guardas ambientales.
También tuvimos la oportunidad de conocer las instalaciones de Vuelo Latitud 40º y dar un recorrido didáctico en el que explicaba brevemente todo lo que hay que saber sobre el playero rojizo, que estuvo en manos de Silvana, especialista en aves y otros cooperadores a los que también les damos las gracias.
Desde el aprendizaje de aves tuvimos aportes de todas las personas que nos recibieron, desde Liz y Doril, Silvana y obviamente de lo que sabía Gustavo, que por cierto era muchísimo. Pero también contamos con la presencia de una reconocida bióloga, Patricia González. Que nos dio una charla detallada sobre los playeros y nos sacó las dudas que teníamos.
En cuanto a la flora, como mencioné anteriormente, tuvimos un recorrido por el sendero de la fundación, que todavía no estaba habilitado para el público en general, con Doril Delgado; mostrándonos una gran diversidad de plantas que son características del paisaje del monte patagónico.
Sumado a todo esto, también desarrollamos otras actividades, las cuales fueron visitar a dos escuelas secundarias, una en San Antonio Oeste y la otra en Las Grutas, en las que conocimos a muchos chicos que también participaban en proyectos de educación ambiental. Fuimos a una playa de San Antonio para observar a las bandadas de playeros que estaban parando en esos lugares. Creo que esta fue una de las actividades más lindas que llevamos a cabo ya que pudimos ver al ansiado playero a escasos metros de distancia. Algunos también tuvimos clases de dibujo de aves con la artista Yanet Opaso que nos recibió muy amablemente en su casa y nos inspiró desde otro punto de vista el amor por la naturaleza. Otra actividad interesante fue conocer un criadero de ostras e hipocampos que en realidad este último quedo como el rastro de un proyecto inconcluso de un biólogo que no continuó trabajando con los mismos. Lamentablemente nos tuvimos que informar que esos caballitos de mar, de una especie única en el mundo, están desapareciendo a un ritmo muy acelerado.
Por último, e inevitablemente, pudimos disfrutar de un día libre en la playa en el que nos bañamos y jugamos con alguno de los chicos que habíamos conocido. Además armamos el ya conocido ECOHUELLAS humano. Nos quedó lamentablemente una actividad que nos hubiera gustado hacer que es la de captura y anillado de los playeros, que se hacen para realizarles estudios y obtener informaciones tales como el nivel demográfico, enfermedades, entre otras. Nos despedimos con mucho pesar de toda aquella gente, en especial de Liz y Doril y personalmente manifesté mis ganas de regresar el año próximo, tal vez, para participar de la captura y el anillado.
Rescato con mucho gusto la hermosa unión que formamos y las amistades que surgieron, al igual que las convivencias y las fantásticas anécdotas que nos quedaron y nos quedarán en cada una de nuestras mentes como un recuerdo cariñoso de una experiencia inolvidable.
Por Anderson Perea da Silva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario